Es como cuando una luz atraviesa el umbral formado por entre la puerta y su marco,por ese espacio unido solo por bisagras, que viene a mí este recuerdo de cuando aprendí hacer títeres.
en esa casa de humanidades donde por supuesto el arte no podía quedar de lado (un lugar donde podías y te sentías navegando por el mundo: letras, números, símbolos, arte, tecnología…todo en un solo lugar mágico) se presenta la oportunidad creativa, esa que desde siempre te libera y que no se puede “literalmente” desperdiciar.
Sería la electiva de títeres, si! Un taller de títeres real, solo 6 personas en un cuarto blanco con espejos, aprendiendo a hacer títeres; puedo ver de nuevo sus rostros y escucharme pensando en análisis del contexto, en extrospección espontánea: ¡Ja, que locura! Célebre elocuencia continua entre códigos.
Para estar aquí tienes que saber cocer, decía la instructor; nadie se iba. Para estar aquí tienes que tener paciencia, tienes que ir y venir, tropezar y reír para estar aquí hay que sentir el valor del arte; nadie se iba. Parecía una extraña colectiva convicción mental de querer alcanzar ese objetivo.
No recuerdo las otras electivas ni como había llegado hasta ese cuarto blanco con espejos y personas de colores en mis recuerdos. La
Obra era sobre animales, había: conejo, leon, cerdo, entre otros; me toco el conejo y bueno el reto colectivo fue hacer las orejas, ropa, facciones y ejercicios de manipulación. i todavía nadie abandonaba la electiva: nunca vi tanta extraña convicción colectiva.
Luego de hacer los títeres, tienes que hacer el teatrino. El calvario para conseguir una caja de nevera gigante, llevarla en el transporte frente a todo el campus y aguantar con…esa extraña convicción colectiva por alcanzar el objetivo; las vistas y señalamientos, patadas y risas entre comentarios sarcásticos que te preparan para soportar los prejuicios del mundo real en que vas a vivir, pero en el que tienes que ser.
El teatrino terminado, i todavía nadie abandonaba la electiva de títeres, primera vez que iba a una clase donde nadie abandonara, extrañamente pasaban cosas extrañas que los 6 soportamos esperando no ser ese que abandonó la electiva del módulo. Yo abandone 2 veces otras pero no títeres: me gustaba ese cuarto blanco con espejos y La paz que emanaba el momento allí.
Ahora hay que estudiar un guion y hacer el performance, extrañamente aún así y lo que implicaba aprender un guion haciendo voces, aaaahh porque había que hacer voces por demás; nadie abandonó ese cuarto blando con espejos.
La obra fue en un taller infantil, ahí estábamos los 6 solos, juntos o en ese intervalo del continuo; estábamos con los títeres, fuera del cuarto de espejos, i la caja acuñada en una esquina de un patio; esquinas ¿cuantas hay? Pares siempre. Así estábamos pares todos los 6. Ya lo habíamos practicado yo era el conejo decía cuatro líneas en dos momentos; risas. aplausos i fin.
Hay portales entre dimensiones que sobrepasan lo que puedas manipular de tu tiempo, lo llamas planificar, pero son de esos portales que te trasladan y transforman, así recuerdo ese 6 del taller de títeres. un tiempo y espacio determinado de interconexión astral, que aún hoy vive en el recuerdo.